NOVELAS
- Luz América Bertheau Mejía
- 4 abr 2019
- 5 Min. de lectura
Una novela es un relato de lo que les sucede a ciertas personas en cierto lugar, tiempo y circunstancias. La novela es una obra literaria escrita en prosa, y en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, un relato de lo que sucede a ciertos personajes en cierto lugar, tiempo y circunstancias. Se caracteriza por su extensión, (generalmente entre 60,000 y 200,000 palabras, de 300 a 1,300 páginas o mas), por su libertad de expresión sin límites, en la que a diferencia del mundo real, expresa la visión del mundo y de la vida del novelista.
EL CONDE DE MONTECRISTO
Autor: Alexandre Dumas
Sinopsis:
El conde de Montecristo es uno de los clásicos más populares de todos los tiempos. Desde su publicación, en 1844, no ha dejado de seducir al gran público con la inolvidable historia de su protagonista. Edmond Dantés es un joven marinero, honrado y cándido, que lleva una existencia tranquila. Quiere casarse con la hermosa Mercedes, pero su vida se verá arruinada cuando su mejor amigo, Ferdinand, deseoso de conquistar a su prometida, le traicione vilmente. Condenado a cumplir una condena que no merece en la siniestra prisión del castillo de If, Edmond vivirá una larga pesadilla de trece años. Obsesionado por su inesperado destino, dejará de lado sus convicciones en torno al bien y al mal, y se dedicará a tramar la venganza perfecta.
"Al cabo de quince meses, la excavación estaba terminada debajo de la galería. Oíanse los pasos del centinela, y los dos obreros, precisados a esperar una noche sin luna para que su evasión tuviese más probabilidades aún de buen éxito, tenían sólo un temor, y era que el suelo, falto de su base, se hundiera por sí mismo bajo los pies del soldado. Este inconveniente se remedió un tanto, colocando una especie de puntal que habían encontrado en sus excavaciones. Ocupado en asegurarlo estaba Dantés, cuando de pronto oyó al abate Faria, que se había quedado en el calabozo del joven aguzando una clavija para asegurar la escala, oyó, repetimos, que lo llamaba con acento de dolorosa angustia. Acudió Dantés al punto y encontró al abate de pie en medio de la estancia, pálido, con las manos crispadas, e inundada la frente de sudor.
-¡Oh, Dios mío! -exclamó Dantés-, ¿qué sucede? ¿Qué tenéis?
-¡Pronto! ¡Pronto! -respondió el abate-, escuchadme.
Fijóse Dantés en su rostro lívido, sus ojos rodeados de una aureola negruzca, sus labios blancos, sus cabellos erizados, y lleno de terror dejó caer al suelo el escoplo que tenía en la mano.
-Pero ¿qué sucede?
-¡Estoy perdido! -dijo el abate-, escuchadme. Una enfermedad horrible y acaso mortal, va a acometerme, ya la siento llegar, ya la siento. El año antes de mi prisión me acometió también. Sólo tiene un remedio y os lo voy a decir: corred a mi calabozo, levantad el pie de mi cama, que está hueco, y allí encontraréis un frasquito de cristal medio lleno de un líquido rojo, traédmelo... O si no... antes... es verdad, podrían sorprenderme fuera de mi calabozo... ayudadme a volver, ahora que tengo algunas fuerzas todavía. ¿Quién sabe lo que va a suceder y el tiempo que durará el acceso?
Sin aturdirse Dantés, aunque aquella desdicha fue inmensa, bajó a la excavación remolcando, por decirlo así, a su desventurado compañero, y con muchísimo trabajo pudo llegar al calabozo del abate, al cual depositó en su lecho.
-Gracias -dijo el anciano, estremeciéndose-. Siento que la enfermedad se acerca, voy a caer en un estado de catalepsia, acaso no haré ni un movimiento siquiera, acaso no podré tampoco quejarme, pero acaso también echaré espuma por la boca, y gritaré y batallaré en extremo. Procurad que no oigan mis gritos, que es lo más importante, porque tal vez me trasladarían a otro calabozo, separándonos para siempre. Cuando me veáis inmóvil, frío y como muerto, sólo entonces, tenedlo bien entendido, me separaréis los dientes con el cuchillo, me echaréis en la boca ocho o diez gotas de ese licor, y acaso volveré a la vida.
-¿Acaso? -exclamó Dantés, suspirando.
-¡Acudid...! ya... ahora -exclamó el abate-, yo... me... mue..."

OLIVER TWIST
Autor: Charles Dickens
Sinopsis: Entre 1837 y 1838 publicaba Dickens la historia de Oliver Twist, un huérfano perdido en los bajos fondos londinenses, tema ideal para que el autor explotara sus recursos sociales, sentimentales y macabros. Como era habitual en él, pretendía conferir a la novela una carga revulsiva que impidiera la idealización romántica del delincuente, al tiempo que reprochaba a la sociedad la responsabilidad en la creación de condiciones ideales para la aparición de la delincuencia. Sin duda se le fue la mano en su utilización de estereotipos y caricaturas.
“Agitóse el muchacho y sonrió en sueños, cual si aquellas muestras de piedad y de compasión hubiesen hecho nacer en él la agradable ilusión de un amor y un afecto nunca sentidos. De igual modo el sonar de una dulce melodía, el murmullo del agua en un lugar silencioso, el aroma de una flor y hasta en sonido de una palabra conocida traen, a veces, vagos recuerdos de escenas que no existieron jamás en esta vida, que se desvanecen como un soplo, acaso despiertos por el breve rememorar de una existencia más feliz, desaparecida hace tiempo, y que no lograría hacer volver ningún voluntario esfuerzo de la imaginación.”

ORGULLO Y PREJUICIO
Autor: Jane Austen
Sinopsis: Transcurre a finales del siglo XVIII y nos presenta a la familia Bennet, compuesta por el señor Bennet, padre de familia, la señora Bennet, la madre, y sus cinco hijas: Jane, Elizabeth, Lydia, Mary y Catherine (Kitty). Se trata de una familia sin muchos recursos económicos, donde las mujeres predominan y se distinguen mucho entre ellas por sus intereses y personalidades. Un día, ante la llegada a Netherfield Park de un soltero con una importante fortuna, la señora Bennet no pierde el tiempo y se lo notifica a su marido, dado que es un excelente partido para alguna de sus cinco hijas solteras. Se trata del Señor Bingley, quien llega acompañado de su hermana y también de su mejor amigo: el señor Darcy. A partir de la llegada de este caballero toda la familia se agitará y entre paseos, invitaciones, bailes y diálogos de lo más interesantes se desarrollará una historia que terminará involucrando a cada uno de los personajes en situaciones de lo más diversas.
“Cuando el señor Darcy le entregó esta carta no esperaba Elizabeth que renovase en ella sus ofrecimientos, pero tampoco esperaba, ni mucho menos, un contenido semejante. Es fácil suponer con qué ansiedad leyó cuanto decía y qué emociones más contradictorias levantó en su pecho. Sus sentimientos no podían definirse claramente mientras leía. Vio primero con asombro que aún encontraba Darcy disculpas a su conducta, cuando ella estaba firmemente convencida de que era incapaz de encontrar explicación alguna que un justo sentido del decoro no le obligase a ocultar. Empezó la lectura de lo ocurrido en Netherfield poseída de un fuerte prejuicio contra todo lo que él pudiera decir. Su curiosidad era tan intensa que apenas le dejaba lugar para la reflexión, y la impaciencia por saber lo que veía después le quitaba capacidad para atender al sentido de la frase que tenía delante de los ojos. Juzgó en el acto una solemne falsedad el que Darcy dijese estar convencido de que Jane era insensible al afecto de Bingley. La exposición de las verdaderas y peores objeciones que hacía a la boda despertaron de tal manera su indignación que le quitaron todo deseo de hacer justicia a Darcy. Elizabeth no se contentaba con aquellas expresiones de sentimiento por lo que había hecho; su estilo no era el de un arrepentido, sino el de un hombre altanero. Toda la carta era puro orgullo e insolencia. “

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